EL CÓNDOR Y LA TORTUGA

Narran los moradores parconenses que, cuando se formaron los contienentes, la tierra se distanció del mar, quedando el valle iqueño convertido en laguna y el distrito de Parcona en playa, emergiendo del fondo marino animales gigantes que despúes se petrificaron al llegar a los contrafuertes andinos, dando origen a cerros que tienen formas similares a estas bestias primitivas.

En uno de estos abruptos cerros que rodean el pueblo de Parcona, hace mucho tiempo, tenían su morada un apuesto cóndor y una vivaracha tortuga. Eran entrañables amigos y compadres.

Un atardecer, cuando el sol llegaba al ocaso, el compadre cóndor invitó a la tortuga a una fiesta nupcial que se iba a realizar allá en el infinito cielo azul. Ni bien termino de hablar el mesurado buitre, la solícita comadre aceptó gustosa la invitación, manifestando: "¡vamos de inmediato compadrito!".

Llegado el momento de partir, el cóndor terció apresurado su vistoso poncho negro, arregló hábilmente su blanca bufanday, echándose a su comadrita al lomo, emprendió raudo vuelo.

En el cielo celebraban la boda de distinguido tuquito y todas las aves le habían preparado una fiesta en su honor.

En ese instante de algarabía y felicidad, la tortuga quedó toda pensativa y murmuró: "En el cielo y en la tierra, todo es igual, hay ríos, lagos, montañas y animales, los terrenos no podemos envidiar nada".

Como la tortuga era el único animal con cuatro patasy con una caparazón muy dura, llamó mucho la atención a las pintorescas aves, considerándola como extravagante.

Al finalizar la pomposa fiesta, todos los invitados regresaron a sus lugares de origen, contentos, despúes de disfrutar de los potajes y de la dicha de los recién casados.

Sucedió que la tortuga se había quedado dormida de tanto beber y bailar. Cuando despertóde su letargo sueño, se encontró sola y comenzó a llorar, manifestando:"mi compadre me abandonó, mi compadre me traicionó".

Despúes del inesperado percance, calmada de sus nervios, juntó gran cantidad de hojas secas de maguey, tejió una inmensa soga, la amarró a un árbol y comenzó a descender a través de la cuerda que ululaba en el aire. Sentía mucho miedo al bajar velozmente, temblaba de frío, sus nervios se excitaban más y más al observar que la soga se hacía trizas lentamente.

Cuando faltaban escasos metros para llegar a la tierra la inmensa cuerda se rompe, cayendo estrepitosamente de bruces la abandonada comadre en el mismo cerro donde antes moraba, adquiriendo al instante el escarpado monte la forma de quelonio que, llegando a las roquedales circundantes de Parcona se puede observar con nitidez.

LA BRUJA QUE PRETENDIO SER BUENA


Los moradores de cachiche, en Ica, manifiestan que, Rubilinda fué una niña graciosa y obediente.

Nació de la unión de Ricardina, famosa bruja del lugar y de Tomasino, natural del distrito de Salas, en Lambayeque, descendiente también, de una familia de hechiceros.


Desde niña, sus padres trataron de enseñarle el arte de la magia con el fin de haer daño a la gente, en cambio, la candorosa chiquilla respondía a sus progenitores que si aprendía el oficio, era sólo para hacer el bien a la sociedad castigada por el hambre y la miseria.


Todos los días recibía duro castigo por no querer asimilar las sabias enseñanzas impartidas, hasta que llegó el instante de convertirse en una verdadera brujita pero, la precoz mozuela, pensaba diferente; su mayor anhelo era ayudar a los pobres y desamparados.


También aprendió el arte de volar con escoba, aparato que su madre le había obsequiado como premio a su excelente aprovechamiento.


Una noche estrellada, Rubilinda, montada en su escoba salió volando a través del firmamento, implorando a los lejanos astros le diesen el poder necesario para iniciar su gran empresa.


Como respuesta astrológica, las resplandecientes estrellas descendieron raudamente e ingresaron por la ventana de sus casa, posándose en la escoba y convirtiéndola en mágica.


Al saber que sus ardientes deseos se habían cumplido, dio a conoser de inmediato a sus padres el feliz aconteciemiento y, profiriendo un ensordecedor grito de alegría, inició grandes aventuras.


Cierto día salió volando en su escoba maravillosa de Cachiche con dirección al centro de Ica y en el trayecto descubre que las tierras iqueñas erán ubérrimas y carecía de agua suficiente para su regadío. Pregunta a su mágica escoba: ¿qué debería hacer?. Ésta arroja cantidad de estrellas de fertilidad y los sedientos sembríos son regados.


Desde ese momento se cocechan abundantes pallares, sabrosos mangos, higos, naranjas y la exquisita uva, de la cual se obtiene Pisco y Vino de excelente calidad.


En otro recorrido por la urbe iqueña divisa el Santuario de Luren, solicita nuevamente a su hechicera escoba derrame sobre esa casa de oración bondades divinas para fortalecer el alma de los fieles que dejan de asistir a misa, ésta, lanza millares de estrellas impregnadas de fé y esperanza a toda la comarca y es así como miles de creyentes de todo el país acuden a este sagrado templo para recibir benevolencia del Señor.


Debido a las benéficas obras de bien social que realizaba en toda la región, sus congéneres comenzaron a desconfiar de ella, acusándola ante su gremio de traición.


Ante esta grave denuncia se realizó un congreso extraordinario donde la bienhechora bruja fue expulasada para siempre de su insitución.

FUNDACION DE ICA


La cálida y apacible ciudad iqueña se encuentra a 306 metros sobre el nivel del mar. Según los historiadores, los primitivos habitantes de esta región fueron los yungas.
El conquistador español Francisco Pizarro que tenía facultades concedidas por la Capitulación de Toledo, distribuyó el fértil valle en dos Encomiendas: Hanan-Ica o valle alto, concedido a Juan Barrios, con su cacique Coyoculica y Xapana, por real cédula, de 10 de agosto de 1534; Hurín Ica o Valle Bajo, cedida a Nicolás de Rivera, el Viejo, compañero de Pizarro en la Isla del Gallo, el 1° de setiembre, estableciéndose en Tambo Real de Los Incas, pasando a denominarse La Venta de Chagua, lo que actualmente es el caserío de la Venta.

Respecto al lugar donde fue fundada Ica, hay diferentes criterios. Muchos investigadores manifiestan que los españoles formaron la primera población en el lugar llamado Tacaraca pero, esta naciente ciudad no fue fundada por Jerónimo Luis de Cabrera y Toledo, simplemente fue una fundación no oficial. Sobre la destruída Tacaraca fue fundada la primera ciudad iqueña con el nombre Villa de Valverde, el 17 de junio de 1563, por mandato del Virrey del Perú, Pedre López de Zuñiga Velasco, Conde de Nieva, que encargó al capitán español Luis Jerónimo de Cabrera y Toledo.
Al ser destruída la ciudad de Valverde por un devastador terremoto en 1586, fue reubicada al lugar conosido como Pueblo Viejo, en la hacienda Rodamonte, hoy Urbanización Luren.

En 1633, recibió el título de San Jerónimo, en memoria de su fundador por cédula real de Felipe V, en tiempo del virrey don Jerónimo Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón.

En los años 1664 y 1668, la floreciente ciudad es sorprendida nuevamente por fortísimos movimientos telúricos, siendo trasladada en definitiva al lugar que hoy ocupa.
El Departamento que lleva su nombre, fue creado por Ley del 30 de enero de 1866.